PABLO ROMERO / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB

No fueron pocos los jugadores que llegaron a alcanzar la élite tras haber adquirido horas de vuelo en el filial de un FC Barcelona del que habían emergido apenas unos años antes jugadores que comenzaban a marcar diferencias como Juan Carlos Navarro o Pau Gasol.

Dos buenos espejos en los que mirarse para una generación del 85 que, llegado el año 2003, parecía encontrarse en el momento idóneo a la hora de poder reivindicar su calidad.

Un año que supuso el regreso de Marc Gasol a la cantera blaugrana tras su paso por Estados Unidos y que todo un compañero de vestuario como Micky Stobart recuerda aún con cariño: “Aquella temporada él volvía a Barcelona después de dos años en Estados Unidos. No venía en el mejor estado de forma, pero puso un gran empeño en trabajar muchísimo durante el verano y eso hizo que llegara a la pretemporada a un gran nivel. Estuvimos en la Liga de Verano de Alcoi y ahí tuvimos ya muy buenas sensaciones de lo que podía llegar a ser ese año”.

Un curso que comenzó con el interior catalán compatibilizando ambos equipos antes de comenzar a despuntar con fuerza en la Liga EBA: “Sabíamos que el propio Marc, Víctor Sada y Remon Van de Hare iban a estar en dinámica del primer equipo y que eso iba a hacer que no pudieran estar en muchos partidos con nosotros, pero cuando teníamos la suerte de que pudieran hacerlo, teníamos un equipazo para la Liga EBA. Se juntaban con gente como Albert Fontet, Albert Moncasi, Ramón Espuña… y teníamos un equipo que realmente daba miedo. Disfrutábamos mucho sobre la pista y eso nos hacía crecer como jugadores”.

Todo un crecimiento fortalecido incluso por la unión del grupo más allá de las pistas: “Compartíamos piso los dos junto a Anderson Varejao y Ramón Espuña y nos lo pasábamos realmente bien porque esa vida más allá de las pistas era muy importante a la hora de poder hacer grupo. Luego, en la pista, era todo un orgullo el poder trabajar junto a alguien como Marc. Era un poco el rey del mambo, el auténtico crack del equipo que ayudó a crecer a toda a una generación, a que fuéramos poco a poco más competitivos. Ya a esa edad, tenía una calidad brutal”.

Y es que así se gestaron los cimientos de un jugador que regresa ahora a ese pasado para poder ayudar a un Bàsquet Girona que, en palabras de Micky, dará así un notable salto de calidad: “Su regreso ahora a Girona creo que puede ser toda una garantía para el equipo porque él es una persona muy exigente y que a buen seguro toma esta decisión para rendir al máximo. Es una Liga muy exigente y en la que todos van a estar muy pendientes de él, pero es un jugador muy listo y que va a rendir a un gran nivel. Adora al club y a la ciudad y, cuando juegas con el corazón, todo es un poco más sencillo”.