Hubo un tiempo en el que la Liga LEB Oro estuvo dominada por un base nacional al que nadie pudo detener durante su paso por la competición, un jugador de origen malagueño y 188 centímetros de altura que llegó a necesitar únicamente nueve temporadas para conquistar seis ascensos a la Liga Endesa y tres títulos como campeón de la Copa Príncipe. ¿Lo recuerdan? Su nombre no es otro que el de un David Gil que volvió locos durante años a los scoutings rivales.
PABLO ROMERO / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
Fue conocido a lo largo de su carrera deportiva como “el ascensorista de la Liga LEB Oro” y no fue para menos ya que, año tras año, David Gil acostumbraba a ser sinónimo de ascenso para aquellos equipos que pujaban con fuerza por sus servicios.
Por eso, no era extraño el ver cómo la situación se repetía verano tras verano en los despachos de los directores deportivos de la competición donde la conversación entre estos y sus entrenadores solía terminar casi siempre con la misma frase: “¿Queremos ascender? ¡Pues fichemos a David Gil!”.
Porque hasta en seis ocasiones llegó a lograrlo este base de origen malagueño que ejerció como el auténtico recordman de los ascensos entre el año de su retirada (2008) y el momento en el que Jorge García logró superar su marca con la conquista de su séptima promoción (2015). Toda una leyenda que, sin embargo, decidió poner el punto y final a su carrera desde lo racional anticipándose a ese momento en el que el cuerpo lanza los primeros avisos.
Una decisión que privó al aficionado de su presencia en unas pistas que dominó a lo largo y ancho de todo el país y en las que necesitó de apenas nueve temporadas para demostrar que ningún otro jugador podía ser tan efectivo como él.
Pese a ello, 12 años después de su particular “The last dance”, el nombre de David Gil sigue retumbando con fuerza allí donde alguien se preste a hablar de la que siempre fue su Liga LEB Oro.
David Gil: “Que 12 años después de la retirada la gente te siga recordando es el mejor de los premios”
Regresó a su Málaga natal cuando colgó las botas allá por el año 2008 y, desde entonces, se ha mantenido al margen de un baloncesto que sigue muy presente en su hogar a través de decenas de recuerdos a modo de trofeos, medallas, redes o camisetas. Porque durante algunos años, el ya retirado David Gil, fue el jugador más determinante de una Liga LEB Oro que recuerda aún con cierto cariño.
David, la primera pregunta es obligada, ¿qué fue de aquel jugador que era casi infalible en la lucha por los ascensos a la Liga Endesa?
“Pues ahora mismo tengo muy poco que ver con el David Gil de por aquel entones porque apenas hay baloncesto en mi vida. Resido en Málaga desde el mismo año en el que me retiré y aquí comencé a trabajar como teleoperador. De ahí pasé a ser comercial de una editorial y, finalmente terminé trabajando para HotelBeds, el operador de turismo con el mayor número de camas a nivel mundial. Después de cinco años en esa empresa decidí montar la mía propia y a eso es a lo que me dedico ahora mismo, a un sector turístico que nos tiene estos días un poco parados por todo lo relativo al Covid-19, pero que tratamos de impulsar desde Transfer & Experiences”.
Te lo habrán preguntado muchas veces, pero… ¿por qué el jugador más determinante de la competición decidió retirarse con apenas 30 años?
“Fue una decisión que tomé en el año 2008, España entraba en una crisis económica fuerte y eso afectó también al baloncesto. Los contratos se resintieron, algunos equipos tenían problemas para pagar y el fichar en un lugar lejano a tu casa comenzaba a no ser tan rentable como antes. Eso me ayudó a reflexionar junto a mi mujer a lo largo de aquel verano, pusimos sobre la mesa nuestra situación y me di cuenta de que, con dos hijos y sin estudios de ningún tipo, iba a ser mejor el poder iniciar una vida laboral cuanto antes. Hubiera seguido jugando, pero estirar mi carrera profesional en el baloncesto hubiera hecho que luego todo fuera mucho más complicado a los 40. Buscarte una vida en el mundo del deporte después de la retirada es complicado así que decidimos afrontar esa situación cuanto antes,una decisión complicada, pero de la que no me arrepiento”.
Imagino que no fue una decisión sencilla de tomar…
“Ni mucho menos, hasta el punto de que los dos primeros años lo pasé muy mal a nivel psicológico. Había estado jugando durante 13 años como profesional y, de la noche a la mañana, tuve que asumir que todo eso debía quedar a un lado. Volver a la realidad fue muy duro, de repente me vi en casa, sin poder ir a entrenar, sin saber muy bien cómo comenzar, hacia dónde dirigirme… Por suerte fue en el momento justo, porque con 30 años es un poco más sencillo que con 38 o 40 y yo tuve la suerte de poder llegara tiempo para encontrar una nueva vida más allá del baloncesto”.
¿Y si hubieras podido alargar tu carrera, hasta dónde crees que podrías haber llegado?
“Es algo sobre lo que he reflexionado muchas veces porque físicamente me encontraba perfecto y creo que eso me hubiera podido permitir el jugar unos cuántos años más. Siempre fui un jugador muy competitivo, me gustaba estar en equipos de arriba y el intentar luchar por los títulos de copa o los ascensos, así que creo que hubiera podido conseguir seguro alguno que otro más. Por desgracia, eso es algo que ya no podremos saber así que intento ser positivo y quedarme con la gran cantidad de buenos recuerdos, con todo lo vivido y con todo lo que me ha ido dejando con el paso del tiempo”.
Cuesta comprender que alguien que logró seis ascensos no pudiera encontrar continuidad en su día en la Liga Endesa…
“El deporte profesional es así, yo fui un jugador muy importante en la Liga LEB donde cada año me llegaban ofertas importantes de equipos que querían que les ayudara a ascender, pero para poder asentarte en ACB necesitabas continuidad y confianza y eso es lo que a mí me faltó. Quizá si hubiera tenido un poco más de confianza por parte de alguno de mis entrenadores ahora podríamos estar hablando de un final de carrera muy diferente, pero las cosas se dieron así”.
Viendo los casos de bases como Carles Marco, Pedro Rivero o Rafa Monclova, seguro que David Gil tampoco hubiera sido mal entrenador. ¿Nunca te atrajo esta posibilidad?
“Pues mira, precisamente el otro día estaba hablando de baloncesto con mi mujer y me hizo esa misma reflexión. Sí que hubo un momento en el que me lo llegué a plantear porque no me hubiera disgustado, pero eso quizá hubiera sido una opción más real si hubiera dejado el baloncesto unos años más tarde. Cambiar en ese momento las pistas por los banquillos hubiera sido como permanecer en una situación similar y, para eso, hubiera seguido jugando”.
En una casa llena de recuerdos del mundo del baloncesto, ¿suele haber momentos para la nostalgia?
“Sí, porque yo tuve la suerte de que mi mayor fan durante mi carrera fuera mi hermano quien fue guardando todos los recortes de periódico que iba encontrando. En ocasiones tiramos de hemeroteca, vemos algún partido o echo un vistazo a los trofeos. Para mí es todo un orgullo el poder decir que tengo tres títulos de Copa Príncipe y seis ascensos en la Liga LEB Oro, pero uno de los que guardo con mayor orgullo es el trofeo del Preeuropeo Cadete que disputé en León con la Selección Española y donde me nombraron mejor jugador del campeonato”.
Estos días hemos visto también mucho cariño en las redes sociales hacia tu persona por parte de aficiones como la del Breogán o el Gipuzkoa Basket…
“Las redes sociales juegan hoy en día un papel muy importante y a los jugadores nos ayudan mucho a la hora de poder recordar tiempos mejores. Habitualmente me llegan muchos mensajes de cariño de los aficionados y más esos días en los que, como recordabais en @CompeticionFEB ,han sido los aniversarios de algunos de los ascensos que conseguí y eso es todo un orgullo. Que doce años después de haberme retirado, la gente me siga recordando con ese cariño, es el mejor de los premios”.
¿Y de todos aquellos ascensos? ¿Cuál es el que recuerdas con un mayor cariño?
“Todos tuvieron un sabor especial por diferentes motivos, pero el primero con el Breogán en 1999 fue realmente especial. Yo tenía apenas 18 años, era la primera vez que salía de casa, estaba en un auténtico equipazo y tuve la posibilidad de ser yo quien decidiera el ascenso ante Melilla con dos tiros libres. El ver cómo se celebró en la pista y cómo lo vivió la gente después de tantos años en LEB fue muy especial”.
El de Alicante, un año después, tampoco estuvo nada mal…
“Aquel ascenso ante 7.000 personas tuvo magia. Nosotros éramos un equipo muy joven con gente como José M. Calderón, Francis Sánchez, Guille Rejón, Jorge García, Horton, Fox... Íbamos de tapados, pero hicimos una temporada espectacular en la que llegamos a sentirnos invencibles a lo largo de muchos momentos. Llegamos a la final de los Playoffs contra un equipazo como Lleida, pero a falta de 3-4 minutos para acabar el tercer cuarto, perdíamos en casa por 12 puntos. Andreu Casadevall me pidió que entrara en pista por Calde y en ese momento se me apareció la virgen para anotar tres triples seguidos. Al empezar el último cuarto, metí otros tres consecutivos y me fui hasta los 21 puntos y ahí se acabó el partido. Era el primer ascenso de Alicante así que, imagínate la fiesta que se montó, una auténtica locura…”.
¿Qué le enseñó aquel año el joven David Gil (20 años) a un José Manuel Calderón aún más joven (18 años) y que vivía su temporada de debut profesional?
“¡Menudo año me dio el tío! Tenía sólo 18 años pero la intensidad que le ponía a los entrenamientos era brutal.Teníamos una rivalidad deportiva realmente grande porque era muy difícil el poder aguantar el nivel de exigencia que ponía en su día a día. Compartíamos muchos momentos dentro y fuera de la pista y siempre le dije que era un jugador que iba a llegar allí donde se propusiera, pero muy pocos hubieran podido imaginar que iba a convertirse en un auténtico fuera de serie. Siempre fue un portento físico que se cuidaba como el que más y, aunque aún le faltaban algunas tablas, creo que casi me enseñó más él a mí que yo a él. Lo importante es que ambos terminamos haciendo una buena pareja de bases y que eso nos permitió llevar al equipo a poder lograr el ascenso”.
Con tantos y buenos recuerdos… ¿volveremos a ver algún día los característicos rizos de David Gil cerca de un pabellón?
“Es complicado porque ya hemos perdido los rizos y ganado canas (risas), pero en esencia sigo siendo aquel chico al que le encantaba el baloncesto y que sigue disfrutando aún hoy en día mucho con él, por lo que no podría descartarlo del todo. Voy siempre que puedo al Carpena, lo veo en la Tele, lo sigo en internet… Uno nunca sabe qué le puede deparar su futuro así que, quién sabe, quizás algún día volvamos a encontrarnos por ahí de nuevo”.
Trayectoria deportiva - David Gil:
Categoríasde formación: Unicaja
1994/96: Unicaja (Junior)
1996/97: Unicaja Benalmádena (Liga EBA)
1997/98: Unicaja (Liga EBA)
1997/98: Unicaja (Liga Endesa)
1998/99: Breogán Universidade (LEB Oro)
1999/00: Lucentum Alicante (LEB Oro)
2000/01: Lucentum Alicante (Liga Endesa)
2001/02: Lucentum Alicante (LEB Oro)
2002/03: Unelco Tenerife (LEB Oro)
2003/04: Unelco Tenerife (Liga Endesa)
2004/05: Baloncesto Fuenlabrada (LEB Oro)
2005/06: Baloncesto Fuenlabrada (Liga Endesa)
2005/06: Leche Río Breogán (Liga Endesa)
2005/06: CB Ciudad de Huelva (LEB Oro)
2006/07: Melilla Baloncesto (LEB Oro)
2007/08: UB La Palma (LEB Oro)
2007/08: Bruesa GBC (LEB Oro)